Amanece una noche más en la Munich de
los Condenados. Muerto Maximiliam, el grupo se prepara para seguir
atando cabos en la ciudad. Ahora sólo son tres, pero se dividirán
para intentar actuar con celeridad.
Tras asistir a la reunión de la
Camarilla, organizada por Wilhem y en la que se declara una guerra
abierta al Sabbat, Rebeca y Viktor se dirigen al Museo Egipcio, en
busca de los secretos que allí se esconden. Al llegar se dan cuenta
de que el edificio ya ha sido asaltado por miembros del Sabbat y
ellos se hacen pasar por aliados, adentrándose en las diferentes
estancias en busca de información. Obtienen alguna pista, pero la
presencia de los otros vampiros dificulta su tarea y terminan
resignándose a irse con las manos vacías.
Es entonces, saliendo del museo, cuando
escuchan las explosiones sucederse a lo largo de la ciudad. El plan
de Defensa de Dietrich había estallado y con ello, la certeza de que
el ataque Sabbat había empezado.
Por su parte, Angelika se dedicó
durante horas a buscar a Justin en el Englischer Garden. Se topó con
los dos seres que habitaban la Torre China del inmenso parque y más
tarde descubrió que estos tenían enterrado al vampiro, para que no
“se uniera al Caos que arrasaría la ciudad”. Angelika se vio con
las de perder si se enfrentaba a ellos así que, desalentada,
abandonó al Gangrel.
Y así llegó la noche clave. Tras una
llamada de urgencia, los tres miembros de la coterie
se reunieron con Ulrika, quien usó a un Tremere del Sabbat para
suministrarles sangre. Ésta les dijo que había puntos que cubrir en
la ciudad, pues ciertos planes se habían truncado y su presencia era
requerida en otro punto. Así pues, había tres eventos esa noche.
Por un lado la
batalla como tal entre Camarilla y Sabbat, a la que luego se unirían
los Caitiff de Ulrika y durante la que aprovecharían los Hombres
Lobo para vengarse de la trampa del Museo Alemán. Por otro lado,
debido al poco éxito cosechado por sus agentes, los tres líderes
del Sabbat se dirigirían al museo Egipcio para conseguir el
artilugio que necesitaban, cierta máscara capaz de invocar a un
Señor de la Muerte. Finalmente, alguien debía proteger al cazador.
Y ésto último era sumamente importante.
Rebeca se dirigió
hacia Varokis, que quería aprovechar la noche de guerra para cazar.
Angelika y Viktor fueron hacia el museo. La Brujah entró en la sala
donde habían averiguado que estaba la puerta a las estancias
secretas de los Setitas y se enfrentó allí, con gran dificultad, a
dos sabbats. Mientras, Viktor esperaba a los líderes. Y ellos
llegaron. Los entretuvo todo lo que pudo, pero el poder de estos era
demasiado y finalmente lo capturaron y le obligaron a conducirles a
la sala.
En
otro lugar, Rebeca dio con Varokis y cuando éste se percató de que
lo seguían, lo convenció de que estaba allí para ayudarle. Fue en
ese preciso instante cuando apareció el vampiro que Rebeca menos
esperaba: Nelly. Algo en su presencia allí no le dio buena espina a
la Tzimisce, que directamente cogió al cazador del brazo y lo alejó
corriendo de allí, perdiéndose en las calles para intentar alejarse
lo máximo posible del inquietante Malkavian.
Philip, todavía en
la Capilla personal de Sigmund, había encontrado al fin el ritual
que había venido a buscar, y tras recoger varios manuscritos del
antiguo príncipe, se dispuso a salir de su escondrijo rumbo al
refugio.
Cuando Angelika
consiguió entrar en la sala oculta, se encontró con un gran templo
egipcio bajo el Museo. En su centro, un sarcrófago descansaba una
momia que, al entrar la Brujah, se alzó y comenzó a hablarle. Pero
al decirle que estaba de parte de Ulrika y que quería evitar que el
Sabbat se hiciera con la máscara, consiguió ganarse su
colaboración. Hay que reconocer que la actitud de Angelika aportó
bastante a este asunto.
Ahora juntos, los
dos salieron hacia el pasillo del Museo, para encontrarse con el trío
de Sabbat. Cuando Maldon se acercó para coger la máscara, Viktor
aprovechó un pequeño despiste y le clavó un cuchillo, momento que
Angelika aprovechó para huir. Al siguiente instante, Haze, el
LaSombra, le partió el cuello al Setita y Eylem, el Tzimisce, se
transformó en una nube para perseguir a la Brujah.
Esta utilizó sus
poderes y toda la voluntad que tenía para llegar hasta su coche,
pero cuando iba ya a poner la mano en la puerta escuchó la voz de
Eylem a su espalda.
- Detente. - Le
dijo. - O te mataré.
Convencida de estas
palabras, la Brujah obedeció. Pero cuando le dijo que su intención
era evitar que la máscara se usara, Eylem se lo hizo prometer y dijo
que en esa condición la dejaría libre. Maldon y Haze llegaron a
tiempo de ver la traición del Tzimisce, que se enfrentó a ellos
para dar tiempo a Angelika de escapar.
Rebeca respiraba
aliviada, pues había dado esquinazo a Nelly, por el cual sentía sin
saber muy bien por qué un gran temor. En su mente y en la del
cazador apareció el rostro del Malkavian y grabó en ellas las
siguientes palabras:
- Da igual lo bien
que os escondáis, o lo mucho que corráis. Tarde o temprano os
encontraré y mi cuerpo estará completo.
Las distintas
batallas de la ciudad fueron llegando a su fin a medida que el
amanecer se acercaba. El Sabbat y la Camarilla quedaron diezmados,
con una nueva, y demasiado joven, primogenitura. Aunque el Elíseo
sería ocupado por Ulrika y sus Caitiff.
Al salir el Sol, el
cuerpo de Alexander, primogénito de los Ventrue y anterior líder de
la Camarilla, ardía crucificado en lo alto del Ayuntamiento.
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