Una vez terminada la parte de Vampiro,
llegamos al final de Changeling, que ocurría al día siguiente en el
juego...
Nuestros protagonistas se despertaban
en la ciudad del Ensueño, en Munich, en un día soleado que ayudaba
a olvidar los terribles acontecimientos de la jornada anterior.
Tristán decidió volver al feudo mientras Sally se unía al sabio
Moomtu en el aprendizaje de sus artes a alto nivel.
Urgir, no convencido todavía de servir
en la guardia del Barón Koch, decidió realizar una Búsqueda para
ganar experiencia y a ésta tarea le acompañó Periwink. Fue
avanzando el día hasta que el knocker, llegando al feudo, avistó
una enorme nube negra que se acercaba hacia esas tierras, proyectando
una aún más oscura sombra. Poco tardó en darse cuenta que lo que
estaba viendo era un ejército de horrendas criaturas que parecía
dirigirse directamente hacia el feudo.
Salió corriendo hacia la ciudad de
nuevo. Un par de horas más tarde, jadeando y exhausto, llegó hasta
sus compañeros, reuniéndose también con Ailén, que iba camino al
feudo a lomos de su quimera. Cuando les contó la noticia, Periwink
se subió en el grifo y voló hasta la mansión de Koch, donde le
informó del evento.
Al poco, las tropas del barón habían
sido convocadas y marchaban hacia la Casa de los Sueños y las
Pesadillas, a la vez que un mensajero corría a avisar a Fagó, que
estaba llevando a cabo maniobras en otro lugar.
Finalmente ambos regimientos se
reunieron, sumándo entre todos unos 50 Changeling y poniendose al
mando de Fagó. Cuando llegaron, anocheciendo, a la Casa, esta estaba
ocupada completamente por las criaturas, claramente Pesadillas del
Ensueño. Fagó organizó un grupo de asalto que intentaría
dirigirse al líder para eliminarlo, mientras el grueso de las tropas
distraía al ejército enemigo.
A este grupo se unieron Periwink y
Urgir, mientras que Tristán y Ailén se quedaron fuera para ayudar
en la defensa. Así pues, con gran esfuerzo, los Changeling se
asentaron en el portón de entrada al feudo mientras el grupo
liderado por Fagó entraba en la Casa.
Ailén lucha junto a Gwyvern, su grifo,
para detener a las diferentes criaturas voladoras del ejército
enemigo, mientras que Tristán lucha a espada y escudo codo con codo
con la Guardia Negra del barón. Pero poco a poco los Changeling
empiezan a perder fuerzas y tanto el nocker como el sátiro quedan
cerca de ser derribados.
El interior del feudo está ya
invadido, y Fagó y Urgir son los que mejor se abren paso entre los
enemigos, con Periwink a corta distancia. Urgir consigue incluso
llegar al salón principal, donde Shak'kar está junto a la Astilla
clavada, obrando en ella algún poder.
Sufriendo heridas pero con coraje, el
troll consigue acercarse hasta el Señor de las Pesadillas, pero en
ese momento anochece, y un escalofrío recorre a todos los féricos
del lugar cuando un ser de banalidad entra en acción.
Ulrika, la Malkavian, aparece en la
segunda planta, atacando con ferocidad a los Changeling de la
Guardia. Fagó, en un desesperado intento por protegerlos, se lanza a
por ella. Pero el Troll es viejo y está fatigado y la poderosa
vampiro acaba con él de un solo golpe.
Shak'kar ordena entonces a Urgir que se
detenga, si no quieren acabar todos muertos. Añade que lo que están
haciendo es la última esperanza para la ciudad. Pero el Troll está
cegado de ira y golpea al Señor de las Pesadillas con toda su
fuerza. Éste parece no inmutarse, pero la verdad es que difícilmente
aguantaría otro golpe así. Por suerte, Periwink ordena también al
troll que se detenga, y que se expliquen, con lágrimas de dolor y
rabia.
Shak'kar dice que antes debe usar la
Astilla, mientras le quede poder. La Astilla de la Desolación
absorve todo el glamour de la casa, cortando el acceso al Ensueño y
haciendo así desaparecer el portón al feudo. Además, los
Changeling de su interior recuperan su forma humana. Shak'kar entrega
el artefacto a Ulrika y le ruega a esta que lo libere, cosa que la
Malkavian acepta. Tanto el Señor como las pesadillas del ejército
desaparecen, para siempre.
Entonces Ulrika les habla de la
profecía. De cómo un demonio conocido como El Señor de las
Tinieblas surgirá de la oscuridad. De cómo Munich y todas sus almas
serán condenadas y de cómo esa Astilla puede significar una
diferencia decisiva en la batalla final.
Con el ejército desaparecido, las
tropas del barón vuelven a la ciudad, mientras que Urgir y Perwink
abandonan en el feudo. Allí, sentado en el suelo algo aturdido,
encontrarán al humano que había sido Fagó. Éste no sabe dónde
está ni qué hace ahí, pero encuentra un sobre en su bolsillo con
el nombre de Periwink. Ésta lo recoge sin resistencia alguna por
parte del anciano, y más tarde leerán la carta con las últimas
palabras de su mentor.
El anciano vagabundo retornará más
tarde a su cobertizo, para pasar los grises días del resto de su
vida.
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