De nuevo una entrada, esta vez breve debido a la duración de la partida, sobre nuestra crónica de Munich. Se va acercando el final:
Finalmente el grupo se había unido de
nuevo, de una forma u otra, y puesto que los jugadores tenían ganas
de continuar, jugamos una nueva sesión con el casting al completo.
Fue una sesión breve, pero intensa como descubrirá la crónica.
Mientras Fagó acudía al feudo y
charlaba con Periwink y Sally, los tres hombres se dirigieron a la
Munich feerica. Por un lado Ailé fue en busca de Anabelle, y la
encontró, y no transmitiré lo que le dije pues es información que
solo el jugador del sátiro puede conocer. Urgir y Tristán visitaron
al barón Koch, y el Troll aceptó volver al día siguiente para
unirse a la Guardia del barón, realizando los juramentos
correspondientes.
Cuando los tres volvían, notaron que
alguien les seguía. Llamaron la atención sobre su perseguidor y no
tardaron en darse cuenta de que estaban rodeados. Pero sus
emboscadores no parecían tener intenciones hostiles. Querían hablar
con ellos, y a poder ser en un sitio seguro. Tras mucho dudarlo, los
Changelings los condujeron hasta el Feudo, no sin antes preguntarle a
Periwink si podían pasar.
Ésta no estaba de muy buen humor. Las
acusasiones de Sally sobre Fagó le habían afectado, pero por suerte
el Troll ya no estaba en la casa. Los ocho extraños entraron, se
despojaron de sus armas, y más tarde descubrieron sus rostros. Eran
Sidhe, hombres y mujeres, que se habían exiliado por eventos en el
pasado que les relataron.
Tenían una causa extraña para un
Sidhe: destruir la jerarquía de los Changeling. Eran, ellos decían,
miembros de Los 12, y pertenecían a la Corte Sombría. Les hablaron
también de que Gwyvern, al que supuestamente habían secuestrado,
era en realidad un espía suyo y había confirmado que el barón
estaba haciendo tratos con seres de alta banalidad, Condenados.
Ahora les pedían ayuda a ellos, al
Cículo de Periwink, pues sabían que eran cercanos al barón y a su
mano derecha, Fagó. Por ultimo comentaron algo que había sucedido
en Londres no hacía mucho, y que temían que se repitiera aquí por
culpa de las acciones del barón.
El Círculo del feudo estaba
paralizado. No sabían ni por donde empezar. Los 12 anunciaron que se
retirarían y les dejarían asimilar la información, y que tras eso,
ellos mismos decidieran qué hacer. Pero también les auguraron que
el destino de Munich estaba en sus manos.
Y así, con los sollozos de la Pooka y
el gesto taciturno de Urgir y Tristán, terminó la sesión...
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