Anthony Szanto (Tony Santo)
HISTORIA
La ficha de Anthony Szanto llamó la antención de Joseph Dietritch entre el resto de expedientes. El príncipe Malkavian buscaba chiquillos propios para la reconstrucción de su clan tras una catástrofe. Había ordenado recolectar información de un grupo de candidatos que hubieran pasado por la locura y la hubieran superado, así tendrían la mejor perspectiva sobre qué significa estar cuerdo y qué estar loco. El caso de Tony era a la vez divertido e intrigante.
Tony tenía once años la primera vez que escuchó cómo sus juguetes hablaban. Al comentarlo con su familia, sólo consiguió ser reprimido. Con más edad y conforme más y más objetos cotidianos empezaban a atosigarle con su charloteo, intentó de nuevo buscar la ayuda de sus padres, pero de nuevo fue castigado y pegado por su padre, un policía de muy pocas luces.
Así aprendió Tony a no hablar de su problema, y a sufrirlo en silencio (aunque en su cabeza había de todo menos silencio). No obstante, sus compañeros de clase podían verlo a menudo hablándole a cosas. Cada objeto tenía su personalidad, los juguetes eran alegres, los coches llevaban prisa y los libros de texto eran sabiondos repelentes. Pero lo peor de todo era la terrible voz que cada noche le gritaba desde la cajonera del salón. Tanto insistió que no quedó más remedio que obedecer, así que una noche, con quince años ya, se levantó, cogió la pistola que su padre guardaba, y la usó para levantarle la tapa de los sesos.
Hasta este extremo tuvo que llegar para que su familia y profesores se enterasen de que tenía un problema serio y decidiesen internarlo en un psiquiátrico. Allí tuvo que enfrentarse no sólo a su esquizofrenia, sino también al trauma de haber matado a su padre. Hasta los diecinueve no salió de allí, y además lleno de temor por enfrentarse a la sociedad.
Apenas había empezado a reconstruir su vida, cuando Dietrich le propuso la inmortalidad. Pensando que eran de nuevo alucinaciones, Tony trató de huir, pero el vástago le obligó a tomar el don.
Apenas había superado los dolores de la transformación cuando las voces volvieron. Horrorizado al enterarse de que nunca más callarían, el joven intentó el suicidio, pero su sire no se lo permitió.
Los intentos del príncipe porque Tony aceptara su locura y el legado de su clan no surtieron efecto. Tampoco se desenvolvió bien en los asuntos del Clan, en parte porque la enfermedad había perjudicado enormemente su formación en materias básicas. Cada día la distancia entre sire y chiquillo era mayor, hasta que una noche decidió reemplazarlo por otro chiquillo más de su gusto.
Tuvo uno de sus peores traspiés en la escena vampírica cuando trató de robar del Elíseo un cuadro de una mujer con quien pensaba que se había liado, al que él llama Leonor. Tras un tiempo tratando de adaptarse, Tony decidió alejarse su distante padre, y sobre todo de su diabólico hermano, mudándose de ciudad.
Su primera opción en la ciudad fue aislarse del mundo, pero cuanto más se retraía, más le acosaba su locura, así que cambió de estrategia y buscó la mejor manera de hacerse útil en la sociedad de los vástagos. Su percepción sobrenatural le valió un puesto en el equipo de seguridad del club nocturno Visage. Con sus poderes podría localizar a los otros vástagos entre el ganado, y también podría detectar a quienes se ocultan en las sombras.
Fue en este nuevo trabajo donde aprendió a vestirse elegantemente y los beneficios que podría traerle. Ataviado con su ropa de lujo, las mujeres eran mucho más receptivas. Sólo tenía que buscar entre ellas a aquellas con más ganas de divertirse. Con su nueva actitud y las habilidades que está aprendiendo, "Tony Santo" se ha hecho con un modesto elenco de amantes con las que alimentarse y distraerse de las incesantes alucinaciones que le atormentan. A pesar de sus aventuras entre las mujeres mortales, todavía mantiene una relación imaginaria con Leonor y la llama por teléfono o le habla a una foto que lleva en un colgante.
Su última conquista es de otra índole. Tony ha hecho amistad con una camarera a la que ayudó en sus inicios. Él suele escuchar sus problemas, y a cambio ella le da un ancla mortal, además de guardarle el móvil y otros objetos. Lisa tiene novio y además no está interesada en Tony en ese sentido, pero ha sido capaz de ver un lado tierno bajo su fachada de seductor, y le tiene cariño. Él le ha hablado de su relación con Leonor, pero obviamente Lisa piensa que se trata de una chica real, aunque no entiende mucho la relación.
INTERPRETACIÓN
A pesar de su pose como vampiro alfa, Tony es tremendamente inseguro y sólo busca la valoración de los demás, y quizás una figura paterna. Aún así, tiene miedo de aproximarse demasiado a alguien y que termine viendo su locura y rechazándolo, o lo que sería peor, llegar a hacerle daño.
En el campo de la seducción, se sirve de la lectura del aura para elegir sus objetivos, y de su empatía para averiguar lo que desean las chicas y concedérselo. Sabe resultar bastante dulce. De todas formas, no es el vampiro más seductor ni consigue las mejores chicas.
Tony es consciente buena parte del tiempo de que las voces no son reales, pero dado que ha de vivir con ellas para siempre, está empezando a considerar racionalmente que sí son reales para él, ya que le afectan. Tiene mucho miedo de ciertos objetos, especialmente las armas, ya que pueden llegar a convencerle de que haga cosas que no quiere hacer.
Puede mantenerse bastante cuerdo mientras tenga la situación bajo control, pero si se altera el orden alrededor suya, puede empezar a desestabilizarse y a presentar una actitud neurótica, dominada por el nerviosismo y el miedo a la locura.
Si está estable, disimulará su locura o en caso de sentir bastante confianza la confesará y hablará de ella, de una forma fría y racional. Si se encuentra en un estado de ánimo alterado, es posible que empiece a hablar con los objetos sin tapujos.
Alexandra Erbach
Nacida en la segunda mitad del siglo XII fue la hermana menor de cuatro hermanos varones de una pequeña familia noble propietaria de tierras en Ulm.
Se crió jugando a la guerra con sus hermanos y como más joven y única niña, eran cumplidos todos sus caprichos. Creyose libre e igual a sus hermanos hasta que alcanzó los catorce años, cuando fue prometida a Arend, el primogénito de una familia de rango muy superior al que no conocía.
Cuando cumplió 17 años y debía partir de su casa a la de su prometido, Alexandra se escapó, fue capturada, recluída en un calabozo, y le fueron propinados latigazos diariamente hasta que sus padres le hicieron entender su cometido: convertirse en esposa y madre para crear una alianza entre dos familias que beneficiase a ambas.
Alexandra comprendió de la manera más dura que sus padres no eran permisivos con ella y le daban libertad porque la amaban, sino que más bien eran negligentes porque su educación requería menos atención que la de sus hermanos.
Los rumores de su comportamiento llegaron antes que Alexandra a la residencia de Staufer, por lo que fue recibida fríamente por todos salvo por Arend, su prometido. A pesar de ser el primogénito, la casa hubiese preferido que lo fuese el hermano menor, Falk, un atleta y guerrero nato, mientras que Arend era un muchacho enfermizo desde su niñez, que prefería pasar su tiempo entre libros y no destacaba en ninguna disciplina física propia de caballero. Alexandra le comparó con Falk, con sus propios hermanos y con ella misma y no pudo sino compadecerle, aunque le agradeció en silencio su respeto hacia ella, que los demás tomaban como una muestra más de la debilidad de carácter de Arend.
Arend tardó poco en fascinarse por completo por Alexandra, cuya obstinación, rebeldía y libertad de alma la hacía diferente a todas la mujeres que había conocido.
Alexandra tardó aproximadamente un año en comprender que Arend, aquel hombre que además de las costumbres de la corte le enseñó a leer y escribir correctamente, que le descubrió el universo infinito de los libros, de los sabios de la antiguedad, las leyendas de héroes y dioses remotos, la ciencia y la alquimia, se había convertido en su mejor amigo, en su cómplice incondicional, y en el ser que más había amado.
Arend comenzó a toser sangre el invierno de 1390, su fiebre subió hasta que no pudo tenerse en pie y los médicos confirmaron a sus padres la opinión que mantenían desde la infancia de Arend de que muy probablemente Falk sería finalmente el heredero llegado el momento. Alexandra sintió que el corazón se le desgarraba.
Alexandra se volvió entonces un personaje invisible en aquella gran corte. Lo suficientemente invisible para poder huír otra vez, esta vez para a buscar a alguno de esos sabios, alquimistas, discípulos de Avicena, cualquiera que pudiese salvar la vida de su esposo.
Preguntaba a los campesinos y se dirigía directamente a los lugares malditos a los que temían ir, en busca de aquellos a los que temían encontrar, en busca de su poder y sus conocimientos.
Y encontró a uno de ellos, en lo profundo de un bosque . A uno que había esquivado a la muerte y a las enfermedades por una antigua maldición. Lograría que le concediese su don con ruegos o a espada, ya que se había criado con cuatro guerreros. No resultaron los ruegos y sacó su espada. Sabía que no tenía opción de victoria, probablemente tampoco de supervivencia, pero fue feroz, a pesar de que sabía que en aquel enfrentamiento no era el cazador sino la presa.
"Has ofrecido una digna resistencia, pero ahora la caza ha terminado", bramó el lobo.
Arend murió poco después de acabar el invierno: a Alexandra le fue concedida demasiado tarde su propia maldición.
Clan: Gangrel
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