Tras mi primer mes en Mecatol Rex, tengo muchísimas cosas que contar. Entre otras, la de hoy, una entrada dedicada a los juegos de miniaturas, que tanto tiempo llevan olvidados en el blog. A los dos días de volver al club fui invitado a una campaña de Infinity, era imposible decir que no.
Así pues, vamos ya por la tercera ronda, o lo que es lo mismo, el 2º Capítulo de la Campaña. La misma tiene curiosas características. Por un lado los diferentes eventos que vuelven al universo de Infinity y en los que los jugadores se verán inmiscuidos a través de los diferentes escenarios, todos relacionados entre sí con su propio trasfondo. Además, los puntos de victoria conseguidos en cada misión se acumularán y podrán ser utilizados tanto para mejorar el ejército como para potenciar una unidad especial, el Spec-Ops, la unidad de operaciones especiales.
Yo participo con mi singular ejército de Yu-Jing/Japón, la Alianza Militar Anti Imperialista. Por ahora, al mando del Comandante Shiroi, hemos conseguido 1 derrota, 1 victoria con la máxima puntuación (8/8) y 1 gran victoria (8/11), lo que me ha otorgado bastante experiencia que gastar en mi ejército.
Además, he elaborado unos relatillos narrando el resultado de las tres partidas, que podéis leer a continuación. Espero que os gusten y ya sabéis, cualquier comentario es bienvenido.
Misión 101. AMAI contra Hassassin del Valle Del Kas
- ¡¡Retirada!!
Empezó a gritar el teniente por el
comunicador. Otro de los hombres cayó desde el tejado,
estrellándose contra el suelo.
- Los tenemos en la base, maldita sea.
¡¿De dónde narices ha salido ese?! ¡Responded! - Mientras lo que
quedaba del ejército yuchino se retiraba, el teniente, un ex-
miembro de la guardia celestial, bramaba con fuerza. Wai-Pen había
participado en muchas misiones, algunas con éxito, otras fracasando,
pero aquello era una masacre.
- ¡No lo sabemos, señor! - Contestó
uno de los noveles Zanshi. - Al principio parecía uno de los
nuestros, pero cuando se acercó a Lin Zao... ¡le abrió la cabeza
de un tiro!
Mientras el teniente recababa la
información disponible, las pocas unidades que habían sobrevivido
disparaban fuego de cobertura, intentando alejarse de la zona de
batalla. El sanitario apareció por uno de los edificios, respirando
con dificultad y corriendo por delante de los enemigos. Cuando llegó
ante su superior, le informó con tristeza de lo sucedido.
- Yuriko Oda ha caído, mi señor.
Por suerte, hemos podido recuperar su petaca. - El Zanshi mostró el
dispositivo de grabación de la ingeniera, a lo que el teniente
respondió asintiendo lentamente con la cabeza.
- Tendrá un nuevo cuerpo, pero
vivirá, eso es lo importante. - Wai-Pen miró a su alrededor,
viendo varios cadáveres de compañeros y humo por toda la zona por
la que se habían desplegado. Cuando volvió a hablar, sus palabras
eran firmes, duras. - Hoy la alianza ha sufrido una dura derrota,
pero la venganza será nuestra. Cuando volvamos, será con mayor
fiereza, y entonces, Haqqislam, más te vale disponer de algo más
que unos sucios asesinos.... - Con un gesto de la cabeza, indicó a
sus tropas iban a marcharse, pero el juramento ya estaba hecho. Y
Wai-Pen se jugaría su honor en llevarlo a cabo.
Agazapada en
una de las altas torres de la ciudad abandonada, la teniente Warami
pidió a sus soldados que le informaran del avance de la misión. El
Raiden, que tenía una mayor visión de lo que sucedía en el campo
de batalla, habló por el comunicador.
La mujer
escuchó en silencio, pensativa, hasta que su voz volvió a sonar por
el comunicador.
Y la respuesta
de éste no se hizo esperar. Dejando tan solo una estela desde bajo
las escaleras donde se hallaba el primer panel de triangulación, el
camuflado avanzó como una sombra, esquivando la visión de los
enemigos. Aunque incluso si hubieran estado delante, seguramente
habría pasado desapercibido.
Unos instantes
después, llegaban disparos desde un lateral. Las tropas enemigas
apenas habían podido reaccionar ante aquél asesino del que solo
veían sombras. En apenas unos segundos, tres enemigos cayeron
abatidos por los disparos de Kohu. Miró a su alrededor y conectó el
comunicador, ahora que no corría riesgo de ser detectado.
Yuriko Oda no
esperó a que la teniente le ordenara lo que tenía que hacer, ya lo
sabía. Manejando con destreza la pantalla de control, avanzó al
segundo Yaozao a toda velocidad por las estrechas calles, mientras el
ruido de cohetes y las ráfagas de la ametralladora le aseguraban que
sus enemigos serían mantenidos a raya. Sus dedos se movían a una
velocidad vertiginosa, y es que la joven ya se había acostumbrado a
su nuevo cuerpo.
Todavía
cubiertos por los Keisotsus de armamento pesado, la Alianza se fue
retirando. Sus expresiones eran de alivio y júbilo, pero estas
cambiaron completamente cuando la voz del comandante supremo Shiroi,
líder y fundador de la AMAI, sonó por los altavoces de las naves de
evacuación.
Al fin había
llegado el día de enfrentarse a su némesis. Al fin la alianza
podría utilizar su valía para luchar contra los soldados del
emperador y de paso hacerse con la información que le permitiría
ganar poder y empezar su camino hacia la libertad. Los soldados de Yu
Jing sufrirían la ira del comandante Shiroi.
Y a pesar de
que ese día la victoria volvió a sonreír a la AMAI, se cobró un
gran precio...
* * *
El teniente Wai-Pen tenía una nueva oportunidad para demostrar su
valía. Revisó los objetivos de la misión, las tropas con las que
contaba y...
Las tres motos rugían, impacientes por empezar el combate. Tan solo
un cuarto motorista permanecía sereno, esperando en silencio. Su
nombre era conocido por toda la Esfera, Yojimbo.
Wai-Pen alzó la cabeza y lanzó una mirada de desdén a la joven,
pero finalmente dio la orden de salida.
Solo se pudo percibir un ligero destello como respuesta a la orden.
Las motos, lideradas por Asuka, avanzaron con rapidez por los
estrechos pasillos de la base. A pesar de la dificultad para conducir
por aquél terreno, era la reina de la velocidad la que dirigía el
ataque, y eso se notaba. La batalla ya había empezado y todas las
unidades se pusieron en movimiento, tomando sus respectivas
posiciones.
* * *
La voz de la Aragoto Jun-I llegó a todos los comunicadores.
- Esta bien. - Contestó el teniente. - Retroceda y mantenga la posición.
- ¿Retroceder? Si, claro... - El sonido del motor acelerando fue otra muestra de la impetuosidad de la muchacha, pero en ese momento empezó el desastre. - Oh, oh. Mierda... - Un frenazo, una explosión y luego el silencio.
Dos explosiones más retumbaron en las cercanías, mientras por los
pasillos se escuchaba el eco de disparos.
- Debemos terminar la misión. - La voz que ahora podían escuchar era la de Tokugawa. Al abrir el comunicador, se podían oír a la perfección los incesantes disparos de ametralladora. - Envíen a un último ingenioero. Yuriko Oda y Tetsubo Nami han sido derribados. - Su forma de hablar era fría, impersonal, pero de alguna forma, causaba auténtico pavor.
* * *
El
Hac Tao, uno de los últimos miembros en incorporarse a la AMAI, se
apartó justo a tiempo de evitar la bala. No habló, no maldijo, como
hubieran hecho sus compañeros. El era sereno como el mar en calma,
duro como la piedra y frío como el hielo. No era su estilo. Observó
los cuerpos de los dos ingenieros que habían caído al suelo.
Sabiendo que el médico llegaría, los defendería a toda costa.
Estaban tan cerca... Los cuatros paneles que les darían la
información que necesitaban se encontraban en aquella misma sala,
pero los enemigos acudían a raudales. Pisadas por el pasillo.
Tokugawa apuntó con su arma, flexionó las piernas y apretó el
gatillo. Lo único que pudieron ver sus dos contrincantes antes de
morir fue la lluvia de balas que surgía desde una pared con extraños
reflejos grisáceos. Entonces un sensor alertó al soldado, aunque
demasiado tarde. Una precisa bala acertó en uno de los puntos flacos
de la armadura, penetrándola y provocando al Hac Tao un pequeño
gruñido de dolor.
Se
giró para luchar contra el nuevo enemigo, y esta vez no pudo evitar
sonreír. “Al
fin das la cara”, pensó, al ver la imponente figura del Hsien que
llevaba acosándolo tras el humo durante todo el combate. Varias
ráfagas de disparo se sucedieron entonces entre los dos guerreros,
pero la mayoría de balas chocaban contra la cobertura y no eran
capaces de perforar la potente armadura de los contendientes.
Tokugawa respiró hondo, agarró con fuerza la ametralladora y volvió
a disparar. En esta ocasión alcanzó a ver cómo volaba parte del
casco del Hsien, que rápidamente buscó la cobertura. “Uno a uno”
Justo en ese momento llegó el tercer ingeniero, que rápidamente se
puso a descargar la información que necesitaban. A Tokugawa le
pareció escuchar una disculpa por la tardanza del mismo, pero la
ignoró, centrado como estaba en su duelo personal.
* * *
Finalmente habían conseguido su objetivo, y el Hac Tao había
escoltado al médico de combate en busca de los cuerpos de los
caídos. Cuando el Yisheng dio el informe, su voz temblaba, pues las
perdidas habían sido grandes.
- La sargento Asuka fue rescatada con vida. Su propia moto la sepultó
y la mantuvo protegida de los enemigos, se recuperará. Encontramos
el cuerpo de Yojimbo destrozado por balas de gran calibre, aunque
pudimos recuperar la información de su petaca. - Se quedó callado
unos segundos.
- ¿Y Yuriko Oda? - Preguntó el teniente. La mirada del médico se lo
dijo todo. - Entiendo...- Su petaca estaba dañada, fue atacada por un Chain Rifle. Hice todo lo que pude...
Todos los soldados bajaron la cabeza y mantuvieron un minuto de
silencio por la mujer que tantas misiones había compartido con
ellos.
- Fue una gran soldado. - Concluyó Wai-Pen. - Que los dioses cuiden
ahora de su espíritu. Descanse en paz...
¡Un saludo y hasta la próxima!
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